El aumento del salario mínimo para el 2016 debe ser del 14%. Esta cifra parte de lo que señalan las normas, las cuales dicen que se debe tener en cuenta la inflación, la productividad del trabajo, y la contribución de los trabajadores al Producto Nacional. Con datos de inflación a octubre del 2016 la cifra propuesta resulta de:


- Un aumento de la inflación anual de 6.11% para ingresos bajos para noviembre del 2016 (cuadro 1)
- La pérdida de 0.26% en el poder adquisitivo en el aumento del salario mínimo para el 2016: el aumento fue de 7% mientras que la inflación para los ingresos bajos en el 2015 fue de 7.26% (cuadro 2).
- El año pasado le quedaron debiendo al aumento 1.4% por concepto de la productividad. El argumento del gobierno y aceptado por los empresarios fue que la productividad tuvo un crecimiento negativo de 0.5% en el 2015. Pero eso no es cierto: la productividad media tuvo un crecimiento positivo de 0.9%. La diferencia no es menor porque entre menos 0.5% y más 0.9% hay una diferencia de 1.4 puntos porcentuales[1].
- Este año el cálculo de la productividad media es de 0,6%
- Un aumento del IVA del 16% al 19%, más un monotributo a los pequeños comerciantes, son impuestos que se trasladan a los precios de los productos de la canasta familiar, lo cual, al menos tendrá un efecto sobre los precios de 1.5% en el 2017.
- Los 4.13% restantes, para llegar al 14% propuesto, recoge la recuperación de una parte de la deuda histórica de lo que los trabajadores han perdido en el ajuste del salario mínimo, como se explica a continuación.

Desde que se negocia el salario mínimo en el marco de la Comisión de Concertación (Ley 278 de 1996) se ha tomado la Productividad Total de los Factores como medida de la productividad. Tomar esta variable en lugar del producto por trabajador (Productividad Media), que es lo que el Ministerio de Trabajo señala que se debe hacer[2], ha hecho que el salario mínimo se rezague. Si se toma el dato a partir del año 2002 (Gráfica 1), se encuentra que en 2015 se había acumulado un rezago de 15% por este concepto en aumento del salario mínimo.

Esto ha hecho que la remuneración a los asalariados durante el siglo XXI haya perdido 4,5 puntos porcentuales en la participación en el PIB (Producto Interno Bruto) (gráfica 3). De hecho, el aumento del 14% se queda corto porque al incorporar 4.13% de aumento en el salario por sólo este concepto, sólo se recupera una décima parte de lo que se ha perdido.

Cuadro 1


Cuadro 2


Gráfica 1

Fuente: DNP, cálculos propios

Es una paradoja: cada vez los trabajadores aportan más producto y cada vez reciben menos. Es el capital transnacional quien se queda con la tajada que pierden los trabajadores: cada vez reciben más de la riqueza del país y se la llevan para el exterior. Esto se puede visualizar si a lo que se produce en un año, el PIB, se le resta la transferencia al exterior de ingresos que hace dicho capital, principalmente por el pago de intereses de la deuda y las utilidades que giran las multinacionales hacia el exterior, con lo cual se obtiene el PNB (Producto Nacional Bruto). Este está disminuyendo, como se observa en la gráfica 3.

Gráfica 3


Es decir que los colombianos cada vez recibimos menos. La economía colombiana se está dirigiendo hacia una crisis, y la única salida es el fortalecimiento del ingreso de los colombianos a través de la defensa de su salario. La crisis se expresa en la disparada del costo de la vida (no se va a cumplir la meta de 3% de inflación), el desplome del peso colombiano frente al dólar que ha perdido más del 60% de su valor, y una balanza de pagos que se sitúa en un terreno altamente negativo, cuyo deterioro va más allá de la caída de los precios del petróleo.

De tener un Superávit Comercial histórico (exportábamos más de lo que importábamos desde el exterior) ahora nos encontramos con un abultado déficit (gráfica 4). En el caso de la Cuenta Corriente, que significa sumar a la balanza comercial el egreso por intereses y remesa de utilidades al exterior, en el 2015 terminamos con un déficit de 6.5% del PIB, el más alto de América Latina, y si bien, se dice que la brecha se está reduciendo sigue siendo el mayor de la región, lo que señala que la economía está en serios problemas de sostenibilidad macroeconómica (gráfica 5).

Gráfica 4. Balanza Comercial

Fuente: Banco de la República. Boletín de Indicadores Económicos. 28 de noviembre 2016

Gráfica 5


Ello es resultado de la apuesta de los últimos gobiernos, incluido el actual, por un modelo de desarrollo económico equivocado. Se trata de un modelo basado en el crecimiento de las exportaciones, consistente en la venta de productos hacia el mercado externo en contra del mercado interno, en contra de la producción para abastecer las necesidades de los colombianos. Es por esto que se no permite que los trabajadores recuperen el ingreso que han perdido, porque para ese modelo es un costo que encarece las exportaciones y las hace menos competitivas. No sólo es una política irracional, habida cuenta que el mercado interno es el 86% del mercado total (gráfica 6), sino que la expansión de la producción al mercado externo se dio en productos extractivistas (petróleo, carbón) que generan poco empleo, que acabaron con el sector productivo nacional (la industria y la agricultura perdieron, cada una, más de 10 puntos porcentuales de participación en el PIB).

Gráfica 6


Ahora que el precio de esos productos se cayó, situación que era inevitable en el largo plazo, se ha generado una crisis profunda. Es lo que se conoce como la enfermedad holandesa, tantas veces denunciada, tantas veces negada por el gobierno, y que tristemente se presentó ante la mirada cómplice de las autoridades económicas. Cómplice porque lo sabían.

En medio de la crisis actual, y el agravamiento que se avizora, no puede ser que los trabajadores colombianos paguen el costo de dicha crisis, cuando los responsables de la misma son el capital transnacional, y las autoridades económicas que les han entregado el país. El deterioro de la balanza comercial no es sólo resultado de la caída del precio del petróleo, ese deterioro se venía presentando desde el 2011, mucho antes de la caída de dicho precio, cuando tuvimos un superávit comercial US$4 mil millones el cual se fue esfumando gradualmente como resultado de los TLCs. Por ejemplo, gracias al TLC con Estados Unidos, pasamos a tener un superávit comercial con ese país de US$ 8.2 mil millones en el 2012 a un déficit de US$ 5.1 mil millones en el 2015. Los TLC y la apertura comercial vienen postrando al sector productivo, los cuales han venido perdiendo participación en el producto nacional. En la actualidad estamos importando 10.3 millones toneladas de alimentos, y con un dólar a más de $3.000 estos han tenido un impacto significativo en el costo de vida. De hecho, la inflación de alimentos fue de 8.53% a octubre del presente año.

El deterioro comercial, los intereses de la deuda y la remesa de utilidades del gran capital hacia el exterior, están llevando la economía colombiana a un peligroso déficit en cuenta corriente que está arrastrando al país a una crisis sistémica: de la balanza de pagos, de las finanzas públicas, del sector financiero, y del sector productivo. El déficit en cuenta corriente (déficit comercial más el pago de intereses y remesa de utilidades al exterior, entre otros) fue del 6.5% del PIB en el 2015, el segundo más alto del mundo (gráfica 7).

Gráfica 7 Balanza de Pagos

Fuente: Banco de la República. Indicadores Económicos. 28 noviembre 2016.

El camino correcto es poner a tributar el capital, establecer controles al mercado cambiario y a los movimientos de capital, recuperar la soberanía nacional sobre los servicios públicos y el sector minero, suspender los TLCs, y acabar con una falsa autonomía del Banco Central que nos tiene postrados ante los acreedores del Estado. De hecho, el país aún cuenta con más US$45 mil millones de reservas internacionales y cuenta con un amplio margen para darle un timonazo a la política económica. Pero no lo va a hacer. Van a quemar esas reservas defendiendo un modelo económico indefendible, y nos están arrastrando a una crisis, que va a profundizar el deterioro de la situación social. Para sostener esta situación estamos acumulando una deuda externa gigantesca, la cual se encuentra en niveles que el país nunca había tenido. A junio del presente año esa deuda era de US$116 mil millones, la cual está aumentando de forma preocupante su participación en el PIB (gráficas 8 y 9).

Gráfica 8. Deuda Externa Colombiana

Fuente: Banco de la República. Indicadores Económicos 28 de noviembre del 2016

Gráfica 9 Deuda Externa % PIB

Fuente: Banco de la República. Indicadores Económicos 28 de noviembre del 2016

Todo lo anterior se ha traducido en un deterioro se la situación económica de las familias colombianas. Dicho deterioro se manifiesta en que durante el siglo XXI el ingreso disponible de los hogares se está reduciendo (perdió seis puntos porcentuales del PIB, al pasar del 75% al 69%, gráfica 10), en que para mantener su nivel de gasto las familias están recurriendo de forma creciente al endeudamiento al punto que la carga financiera de los hogares (pago de deuda) sobre su ingreso disponible fue del 31.1% en el 2014 (gráfica 11), carga que se concentró en los hogares de menores ingresos donde ese indicador fue del 40% (gráfica 12). Eso significa que sólo pueden disponer del 60% de su ingreso disponible para los demás gastos tales como vivienda, vestuario, alimentación, servicios públicos y transporte.

Gráfica 10


Gráfica 11


Gráfica 12


Ante el aberrante panorama social de los trabajadores colombianos es necesario recuperar la capacidad adquisitiva del salario y acabar con las políticas de flexibilización laboral que están arrebatando los derechos sociales. Esta es la forma de crear un mercado interno vigoroso que permite la recuperación económica, y la superación de la crisis actual.

Uno de los problemas estructurales de la Economía colombiana es el bajo nivel de formalización de la población trabajadora. Es el más bajo en América Latina para países con un PIB per cápita similar, como lo muestra la gráfica 13. Allí se puede apreciar que sólo el 48% de la Población Económicamente Activa (PEA) es formal (asalariada), por debajo de países como Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Paraguay o Perú. Sin embargo, el gobierno afirma que la formalidad laboral está aumentando en el país, gracias a la flexibilización del mercado laboral. El argumento del gobierno se apoya en la encuesta de hogares del DANE, la cual señala que la informalidad disminuye, y que pasó (para 23 ciudades y áreas metropolitanas) de 51.2% a 48.5% entre el 2007 y 2016[3].

Gráfica 13

CEPAL-OIT, 2016, Gráfico II.4

Hay que empezar por preguntarse qué entiende el DANE por informalidad. La institución utiliza dos tipos estadísticas. La primera, que hace referencia a las cifras acabadas de mencionar, es una metodología creada por la OIT que intenta medir el trabajo por cuenta propia o en pequeñas unidades[4]. La segunda definición, hace referencia a la afiliación a la seguridad social. Pero en este caso los datos del DANE son confusos. Las cifras de la entidad a junio-agosto del 2016 daría una informalidad por no afiliación a la seguridad social de 50.1% frente a 56.8% en el mismo período del 2007[5]. Sin embargo, la información de la Superintendencia Financiera, tomando como fuente el mismo DANE, nos da una informalidad, para febrero del 2016, del 69% si se toma como referente los afiliados activos a pensiones[6].

Existen otras estimaciones. Galvis (2012) realizó un estudio que mide la informalidad de diferentes formas, y encuentra que puede alcanzar el 95.5% (entre los años 2010 y 2011) si se define como el acceso a las principales prestaciones sociales obligatorias (ver tabla 1, renglón 12). Entonces ¿cuántos son los informales en Colombia? ¿El 95.5% mencionado o 50,7% en la tabla de Galvis según la definición del DANE (renglón 25)? O como señala allí el autor "Comparando las diferentes clasificaciones (de la tabla) muestra que la tasa de informalidad para las veintitrés principales ciudades de Colombia varía entre 42% para la definición referente a 'no se tiene un contrato de trabajo', hasta el 100% para los que 'no reciben beneficios obligatorios y no obligatorios' ".

Tabla 1.

Fuente: Galvis, 2012, cuadro 1.

El gobierno reclama que la informalidad está disminuyendo gracias a las reformas que le han quitado rigideces al mercado laboral, las cuales van desde las leyes 50 de 1990 y 789 del 2002 que flexibilizaron el mercado laboral, hasta distintas reformas que han suprimido las cargas laborales, la última de las cuales fue la reforma tributaria del 2012 que eliminó los aportes patronales para Salud, SENA e ICBF. Lo que el gobierno hoy señala como rigideces es lo que los trabajadores, y el propio gobierno antes de las reformas de la Apertura Económica, llamaban derechos laborales. Pero esa mejora no es tan clara. En primer lugar, muchos trabajadores que tienen un contrato laboral formal, están enganchados bajo la modalidad de contrato de prestación de servicios, sin estabilidad ni derechos; En segundo lugar, decir que hay más formalidad laboral porque aumenta las cotizaciones a la seguridad social, esconde el hecho que ese aumento perece ser más resultado de mayores controles coactivos en el recaudo, entre los cuales se encuentra la creación de la PILA (Planilla Integrada de Liquidación de Aportes); y en tercer y último lugar, las cifras que utiliza el DANE (tomada de las 23 principales ciudades) no recogen la realidad de los sectores rurales ni de las ciudades medianas y pequeñas, donde la proporción de trabajo informal es mayor.

Un análisis detallado de las cifras muestra un deterioro de las condiciones laborales y sociales del país, a pesar de los anuncios de formalización y de reducción de la pobreza:

- El trabajo informal medido como no acceso a Seguridad Social (salud y pensiones contributivas) es del 69% a febrero del 2016.
- Eso da un 31% de trabajadores formales, pero de ese grupo 490 mil trabajadores están en una situación precaria porque tienen contratos temporales de prestación de servicios y tienen que asumir el 100% de los costos de la seguridad social (el patrón no cotiza por ellos), carecen de primas, vacaciones, estabilidad laboral, y derecho a organización.
- El 39% de los ocupados eran subempleados.
- La PEA, que sobre la cual se calculan las cifras de informalidad y desempleo, no tiene en cuenta a aquellos que en edad de trabajar dejan de buscar trabajo, muchos de ellos por agotamiento, y se dedican a otras actividades como estudiar o dedicarse a las labores domésticas.
- La definición de ocupado es quien trabaja al menos una hora remunerada en dinero a la semana, así sea haciendo malabares en un semáforo.
- Finalmente, alrededor del 20% de los jóvenes es población nini (ni estudia ni trabaja) (De Hoyos, Rogers y Székely, 2016).

Colombia es un país de resultados sociales muy pobres respecto a la condición de sus trabajadores. Aunque el gobierno señale que las cifras de pobreza e informalidad están disminuyendo el contrato laboral se ha precarizado: hoy día la mayoría de los trabajadores nuevos que son contratados no tienen estabilidad laboral, y les toca asumir el 100% de las cotizaciones a la seguridad social, sin la garantía de tener continuidad en sus cotizaciones.

Para economías con un PIB per cápita similar Colombia presenta: (1) La más baja tasa de salarización (gráfica14), lo cual se traduce en que los trabajadores no construyen su seguridad social; (2) la menor población de tercera edad con pensión (gráfica 15); y (3) el menor número de hogares con protección social (gráfica 16).

Gráfica 14


Gráfica 16


Gráfica 15


BIBLIOGRAFÍA
- CEPAL - OIT (2016) Coyuntura Laboral en América Latina y el Caribe - Número
14. Mayo. http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/40097/1/S1600316_es.pdf
- DANE - Dirección de Metodología y Producción Estadística – DIMPE (2009)
Metodología informalidad gran encuesta integrada de hogares - GEIH . DANE, Bogotá D.
C.
- DE HOYOS, Rafael; ROGERS, Halsey; SZÉKELY, Miguel. Ninis en América
Latina 20 millones de jóvenes en busca de oportunidades. Banco Mundial, 2016,
Washington D.C.
- GALVIS, Luis Armando (2012). Informalidad laboral en las áreas urbanas de
Colombia Banco de la República. Documentos de trabajo sobre Economía Regional Nº
164.Bogotá.
HERNÁNDEZ, Gerardo (2016) Papel de los fondos de pensiones en el mercado de
capitales colombiano. Superintendente Financiero de Colombia. IX Congreso FIAP
Asofondos Cartagena de Indias, Abril 28.
https://www.superfinanciera.gov.co/descargas?com=institucional&name=pubFile1017960
&downloadname=20160428precongresofiapasofondos.pptx
_______________________________
1 Ver http://www.razonpublica.com/index.php/econom%C3%ADa-y-sociedad/9152-salariom%C3%ADnimo-c%C3%B3mo-embolataron-el-aumento.html
2 El Tiempo, 29 de noviembre del 2016, sección Economía y Negocios
3 junio-agosto
4 Según DANE (2009, pág. 8) la población informal está compuesta por "1. Los empleados particulares y los obreros que laboran en establecimientos, negocios o empresas que ocupen hasta cinco personas en todas sus agencias y sucursales, incluyendo al patrono y/o socio; 2. Los trabajadores familiares sin remuneración; 3. Los trabajadores sin remuneración en empresas o negocios de otros hogares; 4. Los empleados domésticos; 5.Los jornaleros o peones; 6. Los trabajadores por cuenta propia que laboran en establecimientos hasta cinco personas, excepto los independientes profesionales; 7. Los patrones o empleadores en empresas de cinco trabajadores o menos; 8. Se excluyen los obreros o empleados del gobierno."
5 La cifra corresponde al inverso de la afiliación a pensiones, suponiendo que ello implica afiliación al régimen contributivo en salud, ya que no se puede cotizar en pensiones sin cotizar a salud.
6 7.7 millones a febrero del 2016 de afiliados activos a pensiones (Hernández, 2016) sobre 24.2 millones de la PEA a febrero del 2016 (DANE), daría 31%, lo que significa que el 69% carecen de afiliación activa a sistemas contributivo de pensiones.