{image}http://eldia.co/images/stories/061211/01.jpg{/image}-Dice Stepehen Benedict, responsable de Derechos Humanos y Sindicales de la CSI- Entrevista

Los eventos conmemorativos de los 25 años de la CUT contaron con el acompañamiento de algunas personalidades del mundo sindical. Uno de ellos fue Stepehen Benedict, de nacionalidad canadiense, responsable del Departamento de Derechos Humanos y Sindicales de la Confederación Sindical Internacional, CSI, entidad ésta que representa a 175 millones de trabajadores y trabajadoras de 308 organizaciones afiliadas en 153 países y territorios.

La Agencia de Información Laboral de la ENS conversó con el señor Benedict sobre distintos tópicos del tema que él maneja en la CSI, y recogió sus impresiones sobre la cuestión laboral y sindical en nuestro país. Esta es la entrevista:

¿Cuál es concretamente su papel en la CSI?

La CSI ha definido la defensa de los derechos laborales y humanos como eje de la lucha del sindicalismo internacional. Cada año presentamos un informe sobre las violaciones de estos derechos, y se configura así un banco de datos que tiene utilización fácil y activa por parte del movimiento sindical. Esa información se entrega a la Comisión de Expertos sobre Aplicación de las Normas de la OIT; y también hacemos un seguimiento de las quejas ante el Comité de Libertad Sindical. Es un montón de trabajo. En los últimos años también hemos creado redes de Derechos Humanos. Desde el 2009 existe la red de la Confederación Sindical de las Américas, la CSA, que enfoca su trabajo en campañas sobre temas y países, con en Colombia, Guatemala, Honduras y México.  Mi otro papel es viajar por el mundo llevando la solidaridad del movimiento sindical, como lo estoy haciendo ahora en Colombia acompañando a la CUT, que celebra 25 años. Pero también vengo a buscar la solidaridad del movimiento sindical colombiano, que por efecto de la crisis mundial va a ser muy importante en adelante.

¿A propósito de eso, cuál es hoy la mirada del sindicalismo internacional sobre Colombia?

Recientemente escuché al presidente Santos en una entrevista en CNN, diciendo que Colombia tiene un crecimiento económico del 5.5%, y ha creado un millón de empleos en el último año, y lo puso como ejemplo para otros países, incluyendo a algunos desarrollados. Pero no mencionó la calidad de esos empleos, que en su mayoría son precarios, inestables, sin seguridad social, no es trabajo decente en términos de la OIT. Ahí es donde está la diferencia. Por eso miramos a Colombia como un caso preocupante para la región, en el sentido que lo que ocurre aquí se pone como modelo influyente en otros países de América Latina. Aunque ahora la situación es un poco mejor, porque el modelo neoliberal de Colombia tiene menos poder de contagio, por la presencia en la región de gobiernos de izquierda. Aunque eso no es tampoco garantía, porque vemos que en Ecuador hay despidos masivos de empleados públicos.

Se dice que Colombia es el país más peligroso para ejercer el sindicalismo. ¿Qué apreciación tiene usted de esa frase?

Es una frase con la cual quiero ser cuidadoso, porque las cifras cambian. El año pasado fueron 49 asesinatos de sindicalistas, y este año van 29. La verdad es que en términos absolutos la matanza de sindicalistas en Colombia sigue siendo la más fuerte, junto con Guatemala, donde el nivel de homicidios ha sido bastante alto este año. De pronto tal vez Colombia no es ya el peor país para ejercer el sindicalismo, pero no creo que sirva mucho una competencia de esa naturaleza. Lo que interesa es que las cosas cambien y se acabe la violencia, y ese es un trabajo que el sindicalismo de cada país debe liderar. No se va a hacer desde Bruselas ni desde Sao Pablo. 

Hay sectores que descalifican las estadísticas de la violencia antisindical diciendo que incluye a muchos que son asesinados, no por ser sindicalistas, sino por asuntos personales o por la propia dinámica del conflicto colombiano, y en esa medida la valoración del problema cambia. ¿Qué piensa de eso?

En abril de este año estuvimos aquí en Colombia con Víctor Báez, secretario de la CSA, y nos reunimos con el Vicepresidente de la República y la Fiscal General. Ahí escuchamos ese mismo argumento, y que se estaba haciendo un estudio para saber más de esos crímenes y en qué casos fueron por asuntos ajenos a la actividad sindical. Nuestra respuesta a la señora Fiscal fue sencilla: estamos seguros de que hay casos en que los sindicalistas se matan en accidentes  de tránsito, o en riñas en la calle, o por asuntos de amor. Pero cuando estamos hablando de casi 3 mil asesinatos en los últimos 25 años, esos casos pueden no significar mucho, porque al resto los mataron por estar involucrados en negociaciones colectivas o por liderar protestas sociales; que lideran precisamente por ser sindicalistas.

¿Qué opina de la impunidad tan alta en nuestro país? En más del 95% de los casos esos crímenes están impunes.

No es aceptable decir que la impunidad es un fenómeno que no tiene causa. Si la tiene, lo mismo que la precarización laboral.  Existen porque hay alguien que gana y hay alguien que pierde, y quienes ganan no son los trabajadores, sino los empleadores. Con una tasa de sindicalización de menos del 5% es esperable que haya impunidad y precarización. El día que haya 40% o 50% de sindicalización en Colombia, la impunidad no va a existir, no será posible por la presión social. La precarización también será más difícil. Países como Colombia, Guatemala, Honduras, las Filipinas, donde el movimiento sindical es bastante débil, tienen también altos niveles de impunidad. La salida, para mí por lo menos, tiene que ser una pelea más fuerte de los sindicalistas colombianos, los guatemaltecos y los filipinos para fortalecerse en sus países, con el apoyo del movimiento sindical internacional y la sociedad civil en su conjunto. Denunciar eso como un horror es importante, pero no suficiente. Yo quiero saber es cómo vamos a acabar con esa situación. Es un poco fácil quedarnos haciendo discursos sobre los problemas, cuando lo que necesitamos cambiar es el modelo, para tener una sociedad con derechos, desarrollo sustentable, todo eso.

¿Cómo ve a Colombia en el tema específico de la precarización laboral?


La precarización del trabajo existe hoy día en todos los países del mundo, no es algo típico de Colombia. Pero los métodos que se están desarrollando aquí ponen a este país a jugar un papel terrible como líder de nuevas metodologías de precarización del empleo. Se ve en el caso de las cooperativas de trabajo asociado, que se inventaron aquí. Ahora que hay problemas, el gobierno y los empleadores dicen: vamos a acabar con eso, pero montan otra experiencia parecida de flexibilidad laboral sin ninguna protección, y de paso debilitan los sindicatos. En ese sentido Colombia es un país emblemático, un laboratorio, y por eso es importante para la lucha del movimiento sindical en el mundo entero. Otro similar es Georgia, en Europa del Este, que es laboratorio de precarización para países de esa región.

En la última encuesta de Gallup aparece el sindicalismo con baja favorabilidad entre los colombianos: el 50%, apenas por encima del Congreso de la República. ¿Ese dato cómo le parece?

Las cifras de estas encuestas pueden ser engañosas, dependiendo de cómo se obtengan. En Canadá si uno les pregunta a las personas si están contentas con lo que hace el movimiento sindical, el 50%, o tal vez más, va a decir que no. Pero esa no es la pregunta, la pregunta sería: si en su empresa hay un sindicato que defiende sus intereses como trabajador, ¿le gustaría hacer parte de él? La mayoría va a decir que sí, por lo menso en Canadá, no sé si aquí. Porque saben que los sindicatos por principio luchan para los intereses de las y los trabajadores. Y la responsabilidad de los gobiernos y los Estados es darle a los sindicatos la oportunidad de jugar ese papel, pero hay muchos gobiernos que no cumplen con esa responsabilidad.

¿Cómo ve el papel del sindicalismo frente a  la OIT?

Los sindicalistas hablamos de OIT como esa casa donde tenemos voz y poder. Pero eso no es del todo cierto. Es una organización intergubernamental en la que los empleadores tienen el mismo peso, o más incluso que los representantes de los trabajadores. Es el caso en un país de Asia, donde una empresa de abogados de Estados Unidos desarrolló una nueva ley sobre servicios esenciales, que va totalmente en contra de los convenios de la OIT; y esos mismos abogados representan a los empleadores en la OIT, y van allá no porque crean mucho en los convenios, sino porque no les gusta el sistema normativo, no les gustan los convenios. En ese escenario los sindicatos ponen sus quejas, y piensan que porque se pusieron la justicia se les va a dar. No. La queja es apenas parte de la pelea, es un instrumento para darle visibilidad a las violaciones en la OIT, que toman entre 5 y 10 años para fallarse. Hay otros instrumentos que el sindicalismo puede usar, como la Corte Interamericana, la OCDE sobre empresas multinacionales. Pero no utilizamos esos instrumentos de manera adecuada. Es un esfuerzo que tendríamos que hacer.

Dijo usted antes que en el contexto de la crisis mundial la solidaridad del movimiento sindical colombiano va a ser muy importante. ¿Por qué?

Ahora mismo estamos enfrentando en todos los países duros ataques contra del movimiento sindical y de los derechos de los trabajadores: en Grecia, Irlanda, Portugal, Rumania, etc. La realidad es que en muchos de esos países el movimiento sindical enfrenta esos ataques sin mucha convicción, porque Europa estaba acostumbrada al diálogo social, que lo resolvía todo. Y ya está viendo que el diálogo social a veces no es la solución, que hay que aprender de nuevo lo que es la lucha; y como el sindicalismo colombiano tiene tanta experiencia por toda la lucha que le toca a diario, entonces me parece importante que den ese paso. Cuando estoy en África o en Asia, la gente entiende la necesidad de ser solidarios con los colombianos, pero es importante que los colombianos entiendan la necesidad de ser solidarios también con los otros que luchan, y que tienen tantos problemas como acá. El temperamento luchador del sindicalismo de Colombia es importante para Asia, África y hoy día también para Europa.