La paz es el  más grande anhelo  que tiene una sociedad; no obstante como de manera prolongada, histórica y crónica la población ha soportado esta violencia muchos han creído que ésta es natural en las relaciones sociales.

 
Tal es el caso colombiano, que  desde la guerra de independencia y en los albores de la conformación del estado nacional hasta el desarrollo alcanzado en las puertas del siglo XXI, salvo pequeños e intercalados  periodos, se ha mantenido  una situación de constante rivalidad y confrontación violenta que busca, por los sectores en disputa,  unos mantener el poder y otros obtener el poder por la vía de las armas. De la misma manera han sido  diversos y prolíficos las capitulaciones, acuerdos, amnistías, diálogos y procesos denominados de paz a los que en diferentes coyunturas y momentos históricos hemos asistido. Hoy de nuevo, el Estado protagoniza un proceso de dialogo con un importante sector de la guerrilla al que se le ha propuesto la categoría de la paz como consecuencia de los acuerdos a los que se llegue en la ciudad de la Habana.  Este proceso ha causado en la sociedad colombiana un interesante debate entre los diferentes sectores a causa del escepticismo, en muchos casos, al pragmatismo de otros en tanto que un acuerdo con la guerrilla no trae, por sí mismo, la paz, y entre los que realmente sustentan que la resolución del conflicto armado se logra por la vía militar con el sometimiento del contrario.

Lo primero que hay que destacar es que lo que hoy se intenta acordar en Colombia, es que un sector silencie sus fusiles y cese sus operaciones militares a cambio de retornarle garantías civiles que le permitan acceder al aparato político por diferentes vías que se establezcan en dicho acuerdo, lo que indica que al gobierno colombiano no le interesa en este prolongado proceso dialogar y establecer las condiciones estructurales que le garanticen realmente la paz de los colombianos.  Es por ello que en estos años no se han abordado aquellos temas que afectan a la población y que históricamente han sido las causas de conflicto y confrontación; y que al no estar en la agenda de diálogos, continuarán siendo un factor determinante que demuestra que el real interés del gobierno y de los empresarios NO es la PAZ. Solo pretenden generar factores de confianza internacional para que la inversión extranjera se fortalezca a fin de garantizar que la concentración de la riqueza y la estabilidad del modelo imperante se mantengan en beneficio de las grandes corporaciones y grupos de poder en Colombia.

Obviamente, como la población está cansada y aterrorizada con la guerra fratricida, inhumana y cruel que ha dejado cientos de miles de muertos, de mutilados, de desplazados y de víctimas que el pueblo ha puesto durante casi 100 años (solo por poner como punto de partida la masacre de las bananeras), la mayoría de los colombianos claman porque este proceso con las Farc culmine con éxito, logrando con ello el gobierno que continúen agravándose los otros factores o detonantes sociales como son: el desempleo, el “trabajo basura”, la precarización y achatamiento del ingreso real, la degradación en la calidad de la educación pública, las aterradoras falencias en el sistema de salud y seguridad social, el marchitamiento de la base productiva del país, la desmedida ambición de los banqueros, las crecientes políticas de ajuste estructural que se evidencian con el afán desenfrenado del Gobierno por implementar constantes y regresivas reformas fiscales que recaen en los trabajadores y los sectores con menor capacidad de acumulación de la riqueza, así como las dañinas consecuencias del modelo económico impuesto  deberían ser temas incluidos en cualquier agenda de diálogos que de verdad pretenda alcanzar o construir la paz. Notas Económicas insiste que la paz no se logrará solo con el silencio de las armas, la paz se logrará con el respeto de la dignidad humana y para lograrla todos los sectores de la población tendrá que involucrarse en el proceso.

UNA MIRADA AL FUTURO

Otro período de trascendental importancia que hay que considerar es el post—conflicto, transición o post-acuerdo, período que obliga a tratar múltiples factores, dentro de los cuales se destacan la inclusión social de todos los hombres y mujeres de la guerrilla que dejen las armas y la reparación de las víctimas entre muchos otros que cuesta mucho dinero, cuyas fuentes no se definieron antes de empezar el proceso, pero que, según los analistas y el propio gobierno deberán conseguirse.  Es sobre este punto que sugerimos reflexionar un poco, sobre todo en un momento en el cual la crisis económica se agudiza en Colombia, que de tiempo atrás ha registrado un preocupante deteriorado de todos los sectores de la economía: la industria se marchitó, el sector agrario está arruinado, el sector exportador se deterioró por varias causas, dentro de las cuales es de fundamental importancia, la caída de los precios de las materias primas, siendo el más preocupante el desplome de los precios del petróleo que conllevó a que el ingreso generado haya decaído en más de un 37%; hecho este que justificó la devaluación acelerada del peso  colombiano, que de inmediato ocasionó el incremento exagerado del monto de la deuda externa y el incremento de los precios de todos los productos importado. Si se suma lo que se requiere para asumir el costo del post-acuerdo o post-conflicto con los recursos que se necesita para cubrir el hueco generado por la crisis económica esbosada en esta edición, se encuentra que el resultado de ello supera los 50 mil millones de dólares en el próximo decenio. Lo expuesto permite concluir que el el gobierno acudirá a conseguir recursos con la banca multilateral, disparando el crecimiento del endeudamiento externo y que  la carga tributaria sobre la población será insostenible.

Con este panorama los colombianos tendremos que estar alertas para que el resultado final de este proceso involucre a los desempleados, los campesinos, los transportadores, los trabajadores y la población que históricamente ha sufrido las consecuencias de la confrontación y el conflicto en sus diferentes formas. Porque la paz es el fruto de la justicia social, notas económicas seguirá clamando por un trabajo  decente y una vida digna.
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NOTAS ECONÓMICAS Es una publicación del Equipo de Investigación de la Federación Nacional de Sindicatos Bancarios Colombianos

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Colaboradores: Enrique Unda Martínez - Jairo García Díaz
Dirección General: Roberto Moreno Serna, Presidente FENASIBANCOL

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