Con algunas excepciones, en todo el país es inocultable que desde hace muchos años la corrupcion y los negociados al interior de los Concejos municipales y Asambleas Departamentales son el común denominador.
Los escándalos durante los últimos 30 años en las fuerzas armadas por estar implicadas en decenas de masacres, concierto para delinquir, 'limpieza social', participación en grupos paramilitares y falsos positivos entre otra cantidad de barbaridades, protagonizadas por cientos de bandidos que están a su interior y hasta las comandan, pero que son presentados en los medios como "casos aislados", son protuberantes hechos que evidencian la descomposición de esas Fuerzas A.
En Colombia desde 1993 se sufre una mortal corrupción del Sector de la Salud que puso de moda e hizo 'normal' el paseo de la muerte.
Con honrosos ejemplos de honradez, compromiso con su pueblo y abnegado trabajo, el Congreso de Colombia es una cueva de hampones.
así mismo, el deshonroso e inmoral sistema judicial y el podrido sistema carcelario están carcomidos por un vergonzoso y putrefacto cáncer de corrupción.
A todas las variables descritas hay qué agregarle la política de guerra por el narcotráfico y la guerrilla, así como la creciente inequidad y la resquebrajada economía que es sostenida con políticas artificiales; y que de tiempo atrás viene siendo apalancada con un desbordado endeudamiento interno y externo, que ha conllevado al endurecimiento despiadado, galopante y voraz de una política fiscal, que sin freno está pauperizando a la población.
Por lo tanto, a diferencia de lo que con sus afirmaciones intenta desconocer el máster en estudios políticos de la universidad Javeriana, Vicente Torrijos, hay evidencias de sobra que demuestran que desde hace varios Gobiernos, Colombia es un "ESTADO FALLIDO", tal como lo han explicado explicita y detalladamente múltiples analistas como Laura Gil y Mario Forero Profesor de la Universidad Jorge Tadeo Lozano.
En conclusión, resulta evidente que Colombia necesita con urgencia una profunda transformación estructural que garantice una recomposición política, económica, militar y social que hagan cierta la existencia del inexistente Estado Democrático Social de Derecho, el cual de hecho hoy es letra muerta en nuestra Constitución Política.
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